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¿Todo está mal en la fiesta?

¿Todo está mal en la fiesta? Grada 178. José María Sotomayor
Ilustración: Enrique Martín

‘Ratas y mamarrachos’ fue la cabecera de un semanario taurino editado en México a primeros de siglo pasado cuando la fiesta entera, al parecer, tenía más calidad. Creo que fue el licenciado, y excelente amigo mexicano, Luis Ruiz Quiroz, y me parece que en un artículo de la revista ‘El Redondel’, editada 80 años después, quien afirmaba que el título de la publicación sugería que, en aquellos años, colaboradores como ‘Astas’, ‘Foscari’, ‘Garapullo’ y otros, debían opinar lo mismo que otros de la época de su artículo. Y me atrevo a ratificar que hoy escribiría lo mismo. Parece que los comentarios son idénticos a los de otras épocas. En una crónica de Maximiliano Clavo, el excelente ‘Corinto y Oro’, de las recopiladas y publicadas en 1931, leo textualmente: “¡Lástima que del noventa por ciento de las corridas salga el público aburrido!”.

A los que consideran que la fiesta de los toros atraviesa un momento muy delicado y pregonan un sinfín de males les remitiría de nuevo a ‘Corinto y Oro’. La crónica siguiente comenzaba así: “No corren aires de fronda para la fiesta española. Yo no soy pesimista; tengo fe en el porvenir y me río de los agoreros por sistema, o por exceso de sabiduría, o por exceso de ‘lo otro’; pero… el ambiente no está claro y se necesita un torero”.

La suerte de varas siempre ha estado en el punto de mira; es verdad que nos gustaría una ideal que yo creo que solo estuvo en la imaginación de todos nosotros. Y me viene a la memoria lo que se dijo cuando se implantó el peto. La cita es casi textual: “Ahora sí. Ahora se ha acabado la fiesta”. Pues nos acercamos al centenario de la imposición de aquel y no se ha cumplido la profecía.

Al parecer, siempre hubo la impresión de ser peor lo actual que lo pasado. Volviendo al cronista, que sin quererlo está escribiendo esta colaboración, en relación con la suerte de varas afirmaba: “Un atropello, si no de las proporciones de los que frecuentemente cometen fogosos automóviles e inexpertas manos por carreteras, calles y plazas, de unas consecuencias muy dolorosas. Un longinos (como contemporáneamente suelen llamar los aficionados a los picadores) hostigó a uno de los cornúpetas, al quinto. El animal respondió gallardamente a la provocación, y se arrancó impetuoso sobre el hostigador. ¡Nunca lo hubiera hecho! El longinos le hundió arteramente la lanza en las costillas abriéndole tremenda brecha. Y aquí fue Troya. La muchedumbre salió heroica a la defensa del noble y maltrecho animal y sobre el agresor cayó, no ya un sirimiri, una tromba de almohadillas. Del atropello no hubo necesidad de dar parte a la autoridad gubernativa o municipal que regla la plaza, porque espontáneamente la tomó ella en cuanto ocurrió el suceso”. En algo hemos ganado. Hoy las almohadillas se han trocado en lluvia de improperios, menos peligrosos, pero igualmente reprobables.

En cierta época, ‘Corinto y Oro’ recabó de los profesionales su opinión acerca de la fiesta. Uno de ellos, en relación con la suerte suprema, comentaba: “… chico, tengo grabadas en mis cinco sentidos aquellas estocadas de Mazzantini, de Algabeño, de Emilio Bomba y de algunos otros matadores más modernos como Machaco, Pastor, Regaterín, que difícilmente puedo dar ‘rancho’ a las que veo”. Ahora, ésta sí es la diferencia entre dos épocas, bastantes personas, cuando el toro dobla rápidamente de horrible bajonazo, no solo dan rancho sino festín y el torero se cree, pongo como ejemplo, el propio Mazzantini.

Roca Rey sigue triunfando, es el torero que mete más gente joven en las plazas y, probablemente, el único que las llena. No ha comenzado San Isidro y ya no hay billetes para sus tres tardes, pero… no es un clásico. En una de las magníficas revistas que se editaban con motivo de la Corrida de la Prensa de Madrid de los años 60 puede leerse: “El mundo del toreo queda supeditado a la hegemonía del deleznable tremendismo abstracto del Cordobés. El clasicismo se empobrece por la monotonía y amaneramiento de los usos que prevalecen. Muu…chas corridas; muu…chos toreros; muu…chos borregos”. Esto mismo lo están diciendo en Sevilla durante esta Feria de Abril. ¿Estarán alguna vez satisfechos?

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