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Sevilla y sus plazas de toros

Sevilla y sus plazas de toros
Cuadro 'La Maestranza', de Joaquín Domínguez Bécquer, de 1855, en el que se puede contemplar la plaza con los tendidos altos sin terminar

Rescato estas notas de mi archivo porque este mes, en términos taurinos, me ha pillado el toro del tiempo. No están corregidos. Espero que en su día fueran totalmente correctos.

La primera plaza de toros con que contó la ciudad de la Giralda data de 1707 y la mandó construir la Real Maestranza de Caballería, a base de madera, en un lugar denominado del Arenal o de la Resolana, cerrando uno de sus lados (era de forma cuadrilonga) la tapia del convento del Pópulo que allí existiera. La primera función de toros conocida que se celebró en ella fue en dicho año, para solemnizar la victoria de las armas de Felipe V en la batalla de Almansa. Costó su construcción 66.924 reales y contaba con toril, balconaje y dos caballerizas, una debajo de los balcones para 40 caballos y otra para 16.

La segunda plaza sevillana empezó a construirse el 5 de octubre de 1733 y los primeros trabajos consistieron en allanar el montículo llamado del Baratillo, lo que verificaron los presidiarios trasladando los materiales al río, siendo entregada por los maestros carpinteros y reconocida por los de la Maestranza el 15 de diciembre de tal año e inaugurada el 7 de junio del año siguiente.

En el mismo lugar y de madera, como la anterior, se erigió otra plaza que empezó a edificarse el 25 de agosto de 1739, cuyo importe fue de 101.777 reales, y se estrenó el 2 de mayo de 1740 con funciones reales para celebrar la boda de don Felipe de Borbón, Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

Desde 1754 hasta 1760 no se dan en ella corridas de toros por haberlas suprimido Fernando VI y el inmueble acusa el paso del tiempo y las consecuencias de tan prolongado cierre, circunstancia que mueve a la citada Maestranza a eliminarla y a levantar una nueva, según los planos del arquitecto don Vicente de San Martín. En principio se hizo de obra algo más de un tercio del coso, siendo el resto de madera, parte que sufrió varios desperfectos, como el hundimiento de febrero de 1800 y el huracán de octubre de 1805 que, como narra Velázquez y Sánchez, “arrancó toda la parte de madera… y cerca de la mitad de su circuito, arrebatando vigas, tablas y traveseros como frágiles aristas, desparramándolas por la consternada ciudad, con daño de torres, tejados y azoteas, y sembrando de maderas y de árboles descuajados los contornos”. Durante el transcurso del siglo XIX se fue sustituyendo la madera por obra de fábrica hasta llegar a su estado actual. Tiene capacidad para acomodar a 12.500 espectadores y todas las dependencias obligadas en una plaza de su primerísima importancia. He aquí la descripción que hace de tan bello monumento don Justino Mamute: “El diámetro son 202 varas castellanas, girando su circunferencia 606, y además lo que ocupan sus obras anejas y el reducto de la puerta principal, que llaman del Príncipe. Tiene ésta siete varas de alto, con adorno de orden jónico, y cuatro varas de luz, la que da principio a un cañón de igual capacidad y 24 de largo, que conduce al circo. La fachada interior es de orden toscano: alza ocho varas, y la corona un decoroso balcón donde, con rico adorno de arañas y colgaduras, se exponen los reales retratos durante las funciones de toros y cañas y otras que acostumbra a jugar el Cuerpo (La Maestranza). Sobre la cómoda andanada que circunda la plaza se elevan los balcones divididos por columnas y frontispicios curvilíneos de gallardo aspecto, dando unos y otros cabida a 14.000 personas. Debajo se han construido amplios almacenes, y será este edificio, en estando concluido, uno de los buenos ornamentos de la ciudad”. Don Justino Matute y Gavira vivió entre los años de 1764 a 1830.

El año 1916 se empezó a construir, en el barrio de San Bernardo, la plaza Monumental, de hormigón armado, que inauguraron, el 6 de junio de 1918, Diego Mazquiarán ‘Fortuna’, Francisco Posada y Joselito ‘el Gallo’, lidiando toros de Contreras. Era amplia, con capacidad para acomodar a 23.000 espectadores y poseía toda clase de instalaciones. Pero su vida fue corta, ya que la última corrida se dio el año 1920.

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