El viernes 23 de junio amigos y cofrades se acercaron a la Parroquia de Nuestra Señora de Gracia de Ribera del Fresno a dar su último adiós al vecino Juan Pedro Llanos Sánchez, más conocido como Pedro, hermano mayor que fue de la Cofradia del Santo Entierro, a punto de cumplir 91 años.

Un templo, el de Gracia, que Llanos conocía muy bien, no solo porque era punto de partida de esta procesión que ha venido cuidando desde 1949 como una más de la familia, sino porque fue también el lugar donde bautizara a sus hijos y nietos años más tarde.

Pedro había nacido el 14 de agosto de 1932 en la vecina localidad de Puebla del Prior; fue el pequeño de cuatro hermanos: Antonio, Concepción, Juan José y Juan Pedro. Hijo de Florencio Llanos Arias, trabajador del campo, e Inés Sánchez, ama de casa.

A edad muy temprana se vendría con sus padres a Ribera, y trabajaría desde muy joven para la familia de los Moriano, de Puebla del Prior, antes de hacerlo para el ribereño don Isidro López y posteriormente su hijo Sebastián. No sería hasta 1971 cuando fuese llamado por el entonces alcalde de la villa, el porreto Eugenio Fernández Acedo, para su finca y cortijo en la Sierra de Pinos de Hornachos.

Años más tarde pasaría a desarrollar las labores agrícolas en la Huerta de la Bujona, la del Bilbaíno. Antes de comenzar para su último capataz, Manuel Fernández Acedo, quien le llevaría hasta su jubilación en 1997.

Llanos tomaría las riendas de la Cofradía del Santo Entierro siendo un niño, casi por obligación, con 16 años, allá por 1949, en tiempos de don Manuel Olea, alcalde de este municipio, y como párroco don José Flores, dado que quienes lo habían venido haciendo habían emigrado por la situación de hambre que España entonces atravesaba. Y así lo narraba él en muchas ocasiones a sus vecinos que le preguntaban: “Esta cofradía la conozco yo de toda la vida, lo que me ha permitido tratar con más de 12 párrocos y sacerdotes que han pasado por el pueblo”. Una tradición que ha pasado de padres a hijos, y que desde hace 13 años incorpora percusión a su estación de penitencia.

El 8 de noviembre de 1962 Pedro casa con Josefa Jiménez Castaño, natural de Hornachos, quien había venido a trabajar a Ribera, donde servía para la casa de Ángela Fernández Acedo. Matrimonio que daría luz a tres varones y dos hembras; estos, a su vez, nueve nietos (seis nietas y tres nietos). Hoy todos recuerdan el amor por la lectura que tenía su abuelo: “después de su jubilación leyó muchísimo, por las noches, por las mañanas, siempre sacaba un ratito”, comenta su hijo Flore; “y su pasión por la naturaleza, por su huerto, donde se pasaba horas y horas”, añade.

Pero siempre será recordado en casa por el mimo y cariño puesto en su Cofradía, la del Santo Entierro, celo que le ha sabido trasladar a todos los suyos, sus nietos y nietas, que continúan y continuarán la tradición gracias a su abuelo Pedro.

El funeral sería presidido por el sacerdote pacense y párroco de la villa, don José María Redondo Pilo. Y acto seguido se le daría sepultura en el Cementerio Municipal de Ribera del Fresno.