Encontramos datos documentales de la población en 1485, concretamente cuando los Reyes Católicos recurren en varias ocasiones a Trujillo y su comarca para enviar personal a la lucha contra los árabes.
En tiempos de la reina doña Juana se concedió el señorío de Alcollarín a don Cristóbal Pizarro.1 Este y su mujer, doña Beatriz de Carvajal, fundaron el mayorazgo de esta familia el 27 junio de 1516 y el 25 noviembre de 1528;2 era un mayorazgo agnaticio, solo podían suceder en él sus descendientes legítimos de varón en varón, quedando excluidas las mujeres.
Su descendiente primogénito, don Álvaro José Pizarro de Carvajal y Manrique, fue desde 1632 Conde de Torrejón, cuyo derecho de villa le venía por línea femenina. Tuvo una hija, que fue la sucesora de la Casa de Torrejón, pasando finalmente a un primo suyo. No obstante, a finales del siglo XVIII, a pesar de haberse extinguido la descendencia de don Álvaro José Pizarro, ambas casas volvieron a reunirse con doña Teresa de Godoy Pizarro de Carvajal, XIII Señora de Alcollarín, X Condesa de Torrejón y Grande de España.3
En el centro de la población se alza la iglesia parroquial de Santa Catalina, y en una de las columnas de sus naves laterales se conserva una pintura al fresco con la representación de San Antonio Abad, gran guía espiritual de los monasterios de Egipto. Viste hábito talar oscuro con una ‘tau’ griega, con manto o cogulla y capuchón del mismo color, propio de los monjes antonianos, que le consideran fundador. Lleva bastón y un libro abierto, así como un cerdito, atributos personales.