Algunos conocen mi tendencia a estudiar lo que ha ocurrido en la Plaza de Toros de Madrid. Con este nombre se inauguró, aunque desde hace mucho tiempo se la conoce con el del barrio en la que se ubica. Pues bien, en ese interés por conocerla, desde hace muchos años, quizás demasiados, preparo un texto en el que recojo la primera vez que ocurrió algo en este coso. No, desde luego, cuando se dio la primera manoletina, cuando actuó un determinado diestro por primera vez o cuando un ganadero adquirió antigüedad. Pero sí otras, más generales, que ya suman varios centenares. De ellas he extraído unas pocas, relacionadas entre sí, y que comento a continuación.
En la corrida de toros inaugural de la temporada 1953, la del 5 de abril, se anunciaron toros de Lisardo Sánchez de Bótoa, de los que solamente se jugaron cuatro pues el tercero y el quinto volvieron a los corrales y fueron sustituidos por sendos ejemplares de Antonio Pérez Angoso. Hicieron el paseíllo Antonio Chaves Flores, Jerónimo Pimentel y el mexicano, de Sabinas Hidalgo, Ignacio Treviño Garza ‘Nacho Treviño’, que se doctoraba en esta ocasión y, además, hacía su presentación en Madrid.
Tras una buena faena al quinto de la tarde, el segundo sobrero del que no se facilitó el nombre, un berrendo en cárdeno, el público pidió la oreja para Jerónimo Pimentel, trofeo que el presidente, Félix Campos Carranza, concedió. La novedad consistió en que, por primera vez, fue un alguacilillo, mandatario de la autoridad, el que le hizo entrega del trofeo. Atrás quedaba, quizás con cierta añoranza por parte de los subalternos, la entrega de estos premios a sus matadores, incluidos los excesos observados anteriormente en algunas ocasiones.
En ese mismo año, el 23 de abril se corrieron reses del Vizconde de Garcigrande, encabezando el cartel Lorenzo Guirao ‘Morenito de Córdoba’, al que acompañaban Bartolomé Jiménez Torres y el madrileño Luis Díaz Mora, que se presentaba en Madrid. Tras la faena al sexto novillo el público solicitó una oreja para este novillero, y el presidente, Eugenio Martín Casado, que debutaba en el palco, se la concedió. Por primera vez un alguacilillo la entregaba en una novillada.
Con motivo de la celebración en Madrid de la II Feria Internacional del Campo se organizaron en Las Ventas dos corridas de toros, en ambas con participación de un rejoneador, los días 31 de mayo y 6 de junio de 1953. En la primera de ellas partieron plaza el caballero Ángel Peralta y los matadores Joaquín Rodríguez ‘Cagancho’, que reaparecía en Madrid, Manolo Carmona y ‘Joselito’ Torres, que confirmaría su alternativa. También desfiló, como sobresaliente, Rafael Balmisa, que actuaba generalmente como auxiliador del caballista. Este cortó una oreja de ‘Pajarero’, número 17, negro listón de capa, que le fue entregada por un alguacilillo. Por esa razón aparece en este texto. Fue la primera vez que uno de ellos se la entregaba a un rejoneador. Como anécdota, que nada tiene que ver con esta primera oreja, cuento que, tras la lidia del primer toro, en el que pitaron a ‘Cagancho’, dicen que un espectador le gritó: “¡Déjalo Joaquín, otra vez será, si estás empezando ahora!”. Tenía el matador entonces 50 años.
Y un dato para la historia de este coso. Desde su inauguración hasta el final de la temporada 2023, en los 5.032 festejos mayores que se han celebrado, se han concedido un total de 3.685 orejas.
