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Música y Nueva Orleáns. Grada 173. Pedro Monty

Música y Nueva Orleáns. Grada 173. Pedro Monty
Foto: Unsplash. João Francisco
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“Laissez les bons temps rouler” (Deja que los buenos tiempos rueden)

¿Os acordáis de lo que pasó hace casi 20 años con el huracán Katrina? Hablar de Nueva Orleáns era evocar la alegría de vivir, disfrutando de la música y el ritmo en el más amplio sentido de la palabra. Se saboreaba una gastronomía que nada tenía que ver con el resto de Estados Unidos. Se disfrutaba de uno de los carnavales más famosos del mundo. Toda una explosión cultural donde se mezclaban influencias indígenas-americanas, anglosajonas, africanas y europeas.

Esta ciudad, al sudeste de Estados Unidos, en el estado de Louisiana, es una de las pocas en donde la celebración no tenía descanso, en la que siempre había una excusa para la fiesta y el jolgorio: Mardi Grass, White Linen Night, New Orleáns Heritage Festival, Greek Festival, French Quartet Fest, VoodooFest, Earth Fest, Carnaval Latino, Black Heritage Festival, Tenessee Williams Literary Festival… Por todo ello era conocida como “la ciudad en donde se olvidan los problemas”.

A principios del siglo XX, y en este espíritu de fiesta, todos los elementos culturales fueron madurando hasta alcanzar la revolución musical que dio nacimiento al Jazz. La población negra se congregaba todos los domingos en la Plaza del Congo para bailar y cantar al son de los tambores africanos, siendo escenario de fascinantes recreaciones de música y baile. Era el único lugar del sur de Estados Unidos donde estaba permitido.

Una ciudad romántica, donde el mero hecho de pasear por sus calles dejaba en la mente un montón de sensaciones que tienen que ver con su pasado criollo, su diversidad y su tradición cultural. En Bourbon Street había más de 60 garitos que ofrecía música en directo. El Mardi Grass, con raíces africano-caribeñas, se convirtió en una celebración multicultural que durante los 10 días anteriores al miércoles de ceniza llenaban las calles de música y baile.

Los africanos también llevaron una religión basada en el equilibrio entre la luz y la oscuridad, en lo oculto, la brujería y la magia, que quedaba reflejado en el centro espiritual Voo Doo Spirit Well Temple.

Después de casi 20 años de la tragedia esa alegría, espontaneidad, honradez y fortaleza de todos los habitantes de Nueva Orleáns han hecho posible que la ciudad vuelva a tener el esplendor que tuvo.

Lo ocurrido estos últimos años, viendo el ejemplo de Nueva Orleáns, debe servirnos para que, desde la esperanza, la generosidad compartida y el esfuerzo comunitario, logremos una sociedad más fuerte, más justa y más humana, sin justificaciones ni ‘peros’. Hagamos que, a pesar de todo, “los buenos tiempos rueden”.

Pedro Monty
Músico y educador

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