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Entrevista a María Ángeles Pérez López, Premio Nacional de Poesía ‘Meléndez Valdés’

Entrevista a María Ángeles Pérez López, Premio Nacional de Poesía 'Meléndez Valdés'
María Ángeles y José María Lama en Finca Villa Juan. Foto: Cedida
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“Formar parte de la asociación ‘Genialogías’ de mujeres poetas me ha permitido percibir la importancia de reivindicar a las demás y a nuestras ancestras”

 

La poeta María Ángeles Pérez López acaba de recibir el IV Premio Nacional de Poesía ‘Meléndez Valdés’ por su obra ‘Libro mediterráneo de los muertos’, en un acto celebrado en el salón de plenos del Ayuntamiento de Ribera del Fresno (Badajoz).

Durante la misma jornada se representó la obra de teatro popular ‘Batilo, el poeta de las Luces’, también enmarcada en la iniciativa de recuperación de la figura del poeta y jurista Juan Meléndez Valdés (1754-1817), hijo ilustre de Ribera del Fresno.

Esta cuarta edición del Premio Nacional de Poesía ‘Meléndez Valdés’, convocado con carácter bienal por el Ayuntamiento de Ribera del Fresno en colaboración con la Diputación de Badajoz y la Junta de Extremadura, está dotado con 4.000 euros y una estatuilla de Meléndez Valdés obra de la artista local Carmen Goga.

El premio lo ha recibido María Ángeles Pérez López de manos del secretario general de Cultura de la Junta de Extremadura, Francisco Palomino, acompañado por el diputado delegado de Cultura de la Diputación de Badajoz, Ricardo Cabezas; el alcalde de Ribera del Fresno, Miguel Ángel Araya; y el presidente del jurado, el poeta Basilio Sánchez.


Este galardón reconoce al mejor libro de poesía publicado en España en los años 2022 y 2023, y en ediciones anteriores distinguió a los poetas Jordi Doce, Álvaro Valverde y Basilio Sánchez. Un motivo más para felicitarte cuando rompes esa tendencia, ya que eres la primera mujer que llega a él en esta edición de 2024. ¡Felicidades!
Muchísimas gracias. También cuando gané el Premio Ciudad de Badajoz en 1999 fui la primera mujer en alcanzar el galardón, y sé bien la cantidad extraordinaria de autoras muy valiosas en nuestro panorama poético. Formar parte de la asociación ‘Genialogías’ de mujeres poetas me ha permitido percibir la importancia de reivindicar a las demás y a nuestras ancestras.

¿El título, ‘Libro mediterráneo de los muertos’, lo tenías ya elegido y te llevó a construir la obra o fue a la inversa?
El título llega casi al final del libro, y le di muchísimas vueltas, pero me pareció que alcanzaba todo el sentido, que era profundamente necesario por los vínculos que se establecían con el libro tibetano de los muertos, el libro egipcio de los muertos y el libro centroamericano de los muertos del poeta mexicano Balam Rodrigo.

Aunque cada uno de ellos es muy distinto, todos comunican modos del tránsito a la muerte, y el libro centroamericano da cuenta del dolor terrible de la migración en una de las fronteras más mortíferas del mundo. La que se vive en el mar Mediterráneo también lo es, porque es frontera entre países con una situación de enorme desigualdad e injusticia.

Me comentabas tras la obra de teatro popular ‘Batilo, el poeta de las Luces’ que para ti Meléndez era poco conocido. ¿Qué has ido conociendo de él y qué te ha sorprendido más?
A Meléndez Valdés lo estudié cuando cursé Filología Hispánica, y además vivo enfrente del arroyo del Zurguén; pero hay facetas de su labor como jurista y político que no conocía suficientemente. Me ha parecido muy valiosa la musealización de su casa natal, y también la profundidad con la que la pieza teatral ‘Batilo’ aborda algunas de las situaciones políticas más difíciles en las que se vio inmerso. Su tiempo fue muy convulso.

Este trabajo tuyo se considera un libro valiente y arriesgado, con poemas en prosa profundamente imaginativos y con hondas resonancias simbólicas. “Cada poema es una semilla que germina en la fertilidad del lenguaje para crecer y entrelazarse, como una planta hermosamente invasora, con los otros poemas. Aquí lo pequeño nos remite a lo grande, a lo inmenso, a lo cosmológico”, dice el jurado. ¿Cómo consigues esa habilidad y destreza, ese jugar con los versos que al jurado ha enamorado?
Siempre me ha preocupado mirar con atención, escuchar con el mayor respeto, el lenguaje de la materia, su realidad mínima pero contundente. Ocurrió por ejemplo con esa flor llamada diente de león, que vemos en cualquier lugar, hermosa e indómita. Su nombre, sus propiedades, su color, despertaron algunas resonancias que fueron ampliándose en varios poemas. Porque cada realidad remite siempre a sí misma y a otras realidades, y también a la zona inmensa de la imaginación. Escribí porque imaginé que otro mundo era posible. Creo que así es la escritura, la impugnación más hermosa que conozco en un territorio mestizo entre lo real y lo imaginario.

Pregunta obligada, ¿De dónde tomas esa inspiración?
De cualquier cosa, de todo lo que está alrededor, o de lo que alguien ha imaginado y escrito cuando salta hasta mí a través de un libro, una canción o una película. No hay fronteras para la inspiración; es como los vilanos, esas semillas ligerísimas que el viento lleva de un lugar a otro, que cuando éramos niños soplábamos para ver volar. Así es la poesía, ese vuelo que no sabes en qué tierra va a prender y a veces logra germinar en lenguaje.

La entrega del premio rinde homenaje al poeta más nuestro, más universal, que precisamente falleció un 24 de mayo, fecha que has vivido muy de cerca siendo testigo de la representación de ‘Batilo. El poeta de las Luces’. ¿Qué ha supuesto para ti o qué has descubierto?
Me parece admirable que más de cien personas de Ribera del Fresno participen en la representación de ‘Batilo’. Es increíblemente emocionante sentir cómo han hecho suya la historia y la obra de su vecino más ilustre, cómo han ahondado en las dificultades de su vida, en la complejidad de su obra, su labor como profesor o jurista. Creo haber (re)descubierto lo más sencillo y lo más importante: la cultura no es un ‘afuera’ que se impone en un lugar; ha de brotar de ese sitio y establecer vinculaciones hondas con quienes viven un tiempo y un espacio concreto. Así alcanza todo su significado.

Has caminado por las calles que lo hizo Meléndez Valdés, has estado en su casa, ¿Cómo lo has vivido, qué ha significado para ti, qué te llevas de Ribera del Fresno?
Todavía he de asimilar lo vivido, soy lenta. Con seguridad me llevo un modo de convertir la cultura en tejido común, en lo que implica ser mancomunadamente (porque es mancomunada la experiencia del sol, la de la vida) para dar sentido a un pasado desde el que el presente se completa. Esa alegría.

El poeta Antonio Gamoneda, premio Cervantes, considera que el carácter minoritario de la poesía no es malo porque la salva de la presión del mercado y la convierte en la única producción creativa “que disfruta de una absoluta libertad”. ¿Compartes esa opinión, la poesía es minoritaria?
La poesía no obedece a fines instrumentales. Ella es su posibilidad y, a veces, su propio límite. No se mide en términos de cantidad, sino en la profundidad con la que abre ventanas y puertas porque es lenguaje vivo, en el temblor y la emoción de lo vivo.

¿Cuáles son tus poetas preferidos?
Desde luego Antonio Gamoneda, que mantiene una obra y una coherencia imprescindibles para mí. Y tantos otros nombres: Blanca Varela, Rafael Cadenas, Luis Moreno Villamediana, Elvira Hernández, María Baranda, Coral Bracho, Raúl Zurita, Chantal Maillard… Y seguiría.

Deseo que hayas descansado en Finca Villa Juan, una de nuestras casas más bonitas de Ribera; muchas gracias y enhorabuena, espero volverte a ver muy pronto por aquí, esta es tu casa.
Me he sentido tan extraordinariamente bien en la luz del limonero de la Finca Villa Juan que creo que en realidad no me he ido. No importa si ahora te respondo ya desde Salamanca, sigo mirando desde ese patio iluminado.

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