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José Antonio Ramos y Raúl Gómez presentan ‘El patrimonio arquitectónico de Trujillo en los siglos XVII y XVIII’

José Antonio Ramos y Raúl Gómez presentan ‘El patrimonio arquitectónico de Trujillo en los siglos XVII y XVIII’
José Antonio Ramos y Raúl Gómez. Foto: Cedida
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Los trujillanos José Antonio Ramos y Raúl Gómez han presentado su libro ‘El patrimonio arquitectónico de Trujillo en los siglos XVII y XVIII’, editado por Tau Editores, prologado por Roberto Gómez Chaves, periodista y reportero deportivo natural de Trujillo, y con epílogo del jurista y escritor José Luis Pérez Mena.

Se trata de un libro con más 100 fotos a color y cerca de 300 páginas. La portada ha sido diseñada por Juan Díaz Bernardo, director del departamento de Imagen de Diputación de Cáceres.

Esta obra que versa sobre las obras arquitectónicas de Trujillo en los siglos XVII y XVIII es un auténtico legado para la posterioridad, para poder conocer mucho mejor el trabajo de los arquitectos trujillanos Diego de Nodera o Gabriel Pentiero en la ciudad. Trujillo tiene un rico patrimonio y si en el siglo XVI hicieron acto de presencia los grandes edificios palaciegos de la nobleza en la Plaza Mayor, en los siglos XVII y XVIII continuaron esa labor constructiva en el llano, en el foco urbanístico más importante de aquellos siglos, el mercadillo o plazuela de la Encarnación, donde comenzaron a celebrarse las comedias y obras teatrales que tanta fama dieron a Trujillo por aquellos feriantes que en los días de junio acudían en masa a la feria de junio, sin lugar a dudas, la que más fama tenía por aquel entonces.

“Unos edificios palaciegos y casas fuertes salpicadas en el terreno, noble entidad, verdaderos monumentos que han llegado a nosotros gracias a su protección y a su restauración y que hemos puesto en valor con esta publicación, en la que más allá de su mérito arqueológico, histórico o artístico; son un bien incalculable como monumentos histórico artísticos de interés nacional, edificios como el convento de la Merced, lugar en el que estuvo Tirso de Molina; el convento de San Antonio y la curiosa leyenda de la monja tudesca o palacios como el de Barrantes Cervantes o Pizarro de Aragón”, explica José Antonio Ramos.

“En años anteriores hemos publicado varios estudios dedicados a las obras constructivas de los siglos XV y XVI, en las que intervinieron arquitectos como Francisco Becerra, Diego de Nodera, Sancho de Cabrera o Alonso Pablo, quienes, tras formarse en arquitectura y en cantería, se convertirían en los grandes valedores de la riqueza que hoy perdura; un ejemplo de esta valía la exhibiría Francisco Becerra, quien, tras cruzar el Atlántico, pasaría a la historia como el mejor arquitecto llegado a América en el buen tiempo de la arquitectura española. Que esta noble ciudad haya sido Villa de Realengo y Ciudad de Corona no ha sido una exclusiva del azar. Su gente y la ambición por descubrir, y la actitud podría ser la clave para que de Trujillo salieran “almirantes”, sin ser ciudad portuaria, y “grandes maestros” encargados de dar forma a los recursos rocosos. Así, Trujillo llegaría a convertirse, entre los siglos XV y XVII, en capital de provincia y ciudad dominante de tierras pacenses, cordobesas y toledanas. Las ciudades y su arquitectura constituyen la memoria construida de una sociedad”, añade Raúl Gómez.

Roberto Gómez, por su parte, cuenta que “la ciudad de Trujillo que está apostando por ostentar el preciado título de ‘Patrimonio Mundial’, se enfrenta a retos de gran alcance que van a permitir su consolidación como ciudad artística de primer orden, porque ha sabido liderar su ubicación en las comunicaciones extremeñas y su vocación emprendedora de una ciudad responsable de su progreso y de su reconocimiento”.

Trujillo no solo es una ciudad que rezuma historia, arquitectura y arte; es, además, un modelo sostenible de ciudad. El turismo cultural es un fenómeno social en auge y ocupa una buena parte de la ocupación del ocio en Trujillo; Ciudad ‘Crisol de Culturas’ y legado arquitectónico inigualable, porque todos los pueblos han dejado su impronta en esta superficie, y quedar esbozada por celtas (Turaca), romanos (Turgalium), la Taryala ciudad.

Los autores han pretendido recopilar en esta obra, con total objetividad, las principales obras constructivas realizadas en los siglos XVII y XVIII en Trujillo, a pesar de que algunas comenzaron en los años finales del siglo XV.

Libros como este recuperan la memoria de monumentos insignes, como el Palacio de Pizarro de Aragón, o conventos como el de San Antonio o de la Merced, el testimonio de su condición como eje del urbanismo histórico de Trujillo en los siglos XVII y XVIII cuando la población nobiliaria y señorial comenzó a construir casas solariegas en el llano, concretamente en las manzanas urbanas de la Encarnación, Merced, plazuela de San Francisco y en el sitio del Mercadillo, quedando el barrio de la Villa relegado a un segundo plano en la vida social y económica de la ciudad.

El resultado es un magnífico conjunto de obras arquitectónicas en el que podemos apreciar con detalle el esmero y la sensibilidad, y el rigor profesional de verdaderos especialistas en materia constructiva como los maestros Andrés de Viera, Gabriel Pentiero, Garci Carrasco, Ordanza Zabala, Francisco Díez o Pedro Lozano.

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