La antroponimia antigua destaca Sunua como uno de los nombres más típicamente lusitanos por su clara dispersión geográfica, que se concentra en los territorios habitados por este pueblo a la llegada de los romanos. Se han documentado un total de 31 inscripciones con este peculiar nombre, de las cuales la tercera parte proceden de la provincia de Cáceres. De estas, cinco se localizaron en el territorio de la antigua Caurium, la actual Coria, y el resto se distribuyen entre las localidades de Albalá, Alcántara, Cáceres, Ibahernando, Madrigalejo y Malpartida de Cáceres. Las 20 restantes se hallaron en tierras portuguesas, concentradas en su mayoría en los distritos de Castelo Branco y Viseu, y en menor número en los de Coimbra, Guarda, Porto, Brangança y Lisboa.
Si hiciéramos un mapa de distribución de este antropónimo nos daríamos cuenta de que las inscripciones no sobrepasan el Duero por el norte, salvo en tres ocasiones que penetran hacia territorio astur. Estos pocos casos obedecen seguramente a desplazamientos de gente hacia zonas más norteñas.
A pesar de que la terminación en ‘-a’ no es frecuente entre los nombres de varón, no pocos investigadores consideran que Sunua se utilizaba como masculino, pero el caso es que los testimonios más evidentes hallados recientemente están en relación exclusivamente con nombres femeninos.
En la fotografía que acompaña a estas breves líneas, correspondiente a una estela funeraria de finales del siglo I o del II d. C., se conmemora a Sunua, hija de Laeto, fallecida a los 15 años, por parte de su madre Cesea, quien, como dice el texto, sufragó los gastos del entierro. Desde luego, no se puede decir que el taller donde se elaboró la inscripción fuera muy profesional, porque el resultado es más que deficiente. Seguramente el grabador no sabía escribir y se limitó a cincelar las letras sin preocuparse de una buena distribución del texto.